La guerra civil y los primeros años de la dictadura franquista atravesaron la vida y la obra de Miguel Hernández. Por su evidente reflejo en lo que escribió ?a raíz del golpe de estado planteó un viraje en su obra, hasta entonces al margen de las motivaciones políticas? y por sus consecuencias en su propia biografía: la afiliación al PCE en los días iniciales de la guerra, su nombramiento como comisario político y su presencia activa en varios frentes, su viaje a la URSS y más tarde, iniciada la dictadura, su detención y condena, su encierro en varias cárceles y su muerte por tuberculosis en el penal de Alicante. Miguel Hernández pasaba el verano de 1936 en su Orihuela natal. Trabajaba en Madrid con José María de Cossío, colaborando en los proyectos editoriales del escritor, y había logrado introducirse en los círculos culturales de la época: acababa de publicar su libro de poemas El rayo que no cesa, contaba con la amistad de Vicente Aleixandre y la admiración de Juan Ramón Jiménez. La guerra transformó su escritura: mantuvo el diálogo con los clásicos del Siglo de Oro ?en sus poemas y obras de teatro no ?r