A principios del siglo V a.C., Occidente estuvo a punto de desaparecer. La mayor máquina de guerra que la historia había conocido hasta la fecha, el poderoso Imperio persa, se fijó en las pequeñas ciudades griegas para continuar su expansión militar. Holland describe con igual pasión las riquezas culturales de Grecia y de Persia con una ecuanimidad que no es habitual en las obras sobre esta guerra.